“Lewis me pareció el hombre más completamente convertido que he conocido”, observa Walter Hooper en el prefacio de esta colección de ensayos de C. S. Lewis.
“Toda su visión de la vida era tal que lo natural y lo sobrenatural parecían inseparablemente combinados”. Es precisamente este cristianismo omnipresente el que se demuestra en los cuarenta y ocho ensayos que componen Dios en el banquillo. Aquí Lewis se dirige tanto a cuestiones teológicas como a las que Hooper denomina “semiteológicas” o éticas. Pero ya sea que esté discutiendo El mal y Dios, Milagros, La decadencia de la religión o La teoría humanitaria del castigo, su visión y observaciones son total y profundamente cristianas.