El buen samaritano no ignoró al hombre golpeado en el camino a Jericó. Así como este hombre, nos damos cuenta de que hay gente necesitada a nuestro alrededor: la viuda vecina nuestra, la familia cercana que no tiene con qué pagar sus exámenes médicos, el indigente que duerme afuera de la iglesia. Dios nos llama a ayudarles en su necesidad: darles asilo, brindarles apoyo, proporcionarles cuidado médico o simplemente ofrecerles nuestra amistad.
Comentario de la parábola del buen Samaritano